Conversión forzada: el costo de querer dejar de ser quien soy
Francisco (nombre ficticio), un joven que enfrentó el conflicto entre su fe cristiana y su identidad sexual. Sin vergüenza, decidió no bautizarse ni someterse a terapias de conversión, a pesar de que su familia y la iglesia le aseguraban que solo así podría expulsar los “demonios” que, según ellos, habitaban en él por ser homosexual.