En este episodio, Catalina Arias comparte una historia que rompe con los relatos tradicionales del dolor. Arropada por el amor incondicional de su familia, encontró en ese respaldo la fuerza para caminar con la frente en alto, incluso en medio de la soledad y los prejuicios. Aunque el bullying estuvo presente en algunos momentos, su vida no se define por el sufrimiento, sino por la valentía de ser, por la resiliencia que la impulsó a estudiar, a crecer y a convertirse en una mujer trans profesional, admirada por muchas de sus compañeras. Su testimonio no solo reivindica su identidad, sino que también nos recuerda que, cuando hay amor, ser uno mismo deja de ser un acto de resistencia y se convierte en un acto de esperanza.
“Soy trans, soy mujer” no es solo una afirmación identitaria: es una declaración de vida.